Es tiempo de prepararse para celebrar la Navidad. Preparar nuestras casas con luces, flores de pascua y belenes, sí. Pero, sobre todo, es momento de preparar el corazón.
Haciendo balance, sincero, de lo que somos. De lo que hemos vivido, de nuestros logros, de las cosas que hemos hecho bien y de aquellas que deberíamos haber hecho mejor. Para reforzar nuestros aciertos y aprender de nuestros errores.
Sabiendo pedir perdón a quienes no hayamos tratado bien y también, cuando sea el caso, a ese Dios que es, sobre todo, Padre.
Sintiéndonos, necesariamente, agradecidos por lo mucho que hemos recibido. Tanto en las cosas importantes como en esas pequeñas grandes cosas que componen nuestra vida cotidiana.
Soñando en esa mejor versión de nosotros mismos que podemos llegar a ser.
Apostemos, como colectivo, por poner nuestra profesión, nuestro tiempo y nuestros valores al servicio de lo que de verdad importa. Al servicio de los grandes retos sociales que tenemos hoy. Al servicio de los más vulnerables. Al servicio de un mundo mejor.
Apostemos por vivir desde el compromiso, también a nivel particular. Sabiendo ir, valientes, a contracorriente de los valores que se han impuesto en nuestra sociedad. Sabiendo cuidar de las personas que van pasando a nuestro lado en el camino de la vida.
Apostemos por vivir desde la Esperanza.
Feliz Navidad