Queridos compañeros y amigos,
Os dirijo estas primeras palabras tras haber celebrado las Juntas de la Asociación y del Colegio, en la que hemos despedido a nuestro compañero Román Escudero como presidente de nuestra Asociación y decano de nuestro Colegio.
Lo primero de todo, por tanto, es agradecer profunda y cariñosamente a nuestro querido Román su gran labor al frente de nuestras instituciones durante estos 8 años, en los que se han alcanzado importantes logros y se han sentado las bases de nuestro futuro inmediato. No insistiré en lo que él se ha encargado de desgranar en la emotiva carta que nos ha dirigido con motivo de su despedida, pero creo importante señalar que lo que bajo su mandato se ha hecho nos permite encarar el futuro con tranquilidad y con la seguridad de ir por el buen camino.
He podido compartir con Román y el resto de la Junta Directiva estos cuatro últimos e intensos años como Vicepresidente 2º y no os oculto que recibí con sorpresa, pero también con emoción y, sobre todo, ilusión, la propuesta de encabezar la renovación parcial, de acuerdo con nuestros Estatutos, de la mitad de los miembros de nuestras Juntas, en calidad de nuevo Presidente y Decano. Agradezco profundamente a todos los compañeros que se han sumado con entusiasmo a esta candidatura y también a todos los que nos han apoyado. Asumo este reto con la responsabilidad que supone estar al frente de una institución que, formalmente como Asociación, cumplirá 100 años en 2021, una efeméride que habremos de celebrar adecuadamente con la organización de nuestro VIII Congreso Nacional, siguiendo las peticiones que nos llegaron de muchos compañeros tras la celebración del VII Congreso en noviembre de 2015, en cuyo Comité Organizador tuve el honor de participar como responsable de Contenidos.
Se agolpan en mi mente muchos recuerdos desde aquel lejano año 87 cuando por primera vez crucé la puerta de nuestra querida Escuela del ICAI, con una mezcla de temor reverencial e ilusión desbordante. Años de duro trabajo, de intenso aprendizaje y también de amistad y camaradería con compañeros que ya, entonces, se convirtieron en amigos. A lo largo de mi vida profesional, por unas razones u otras, el ICAI siempre ha estado presente, y suelo decir que gracias al ICAI soy lo que soy, como persona y como profesional.
Llevo ligado a la Escuela como profesor asociado desde hace 25 años, por sincera vocación, en una actividad que he querido siempre compatibilizar con mi actividad profesional principal, ya fuera en el sector público o en el privado, en el ámbito de emprendimiento o del trabajo por cuenta ajena, desde el convencimiento de que la enseñanza universitaria es una actividad de enriquecimiento mutuo: aportar a los alumnos un enfoque práctico desde distintos ámbitos de la profesión, a la vez que enriquecer el desempeño profesional propio con los enfoques, proyectos y desarrollos que se hacen desde nuestra Escuela, tal y como se hizo desde los inicios del ICAI.
Tiempo habrá de desgranaros los planes de trabajo que os apuntaba Román en su carta, y que se han reflejado en la preparación de un Plan Estratégico para los próximos años, en el que han trabajado muchos compañeros, aportando lo mejor de ellos para afrontar los indudables retos que tenemos por delante.
La primera labor que nos tocará a la Junta Directiva y a su Comisión Permanente será concretar las acciones en las que cristalizará ese plan Estratégico, y de las que daremos cumplida información. No os oculto que las especiales circunstancias en las que asumo la responsabilidad de liderar nuestras instituciones no son fáciles. La crisis del coronavirus, además de haber supuesto un dolor inmenso para todas las víctimas y sus familias, algunas de nuestro colectivo, a las que envío un sentido pésame desde estas líneas, está impactando duramente en el tejido económico y productivo de nuestro país, y sus consecuencias finales están todavía por evaluarse. Ese tejido económico que no se podría entender sin el concurso y la participación de innumerables compañeros nuestros que están, que estáis, trabajando en distintos puestos de responsabilidad en multitud de empresas repartidas por toda la geografía nacional en internacional, ya sea en grandes multinacionales como en pequeñas pymes familiares, y en sectores tan dispares como el energético, el automovilístico, el ferroviario, el aeroespacial, el financiero, el agrario, el de la distribución, el de la tecnología, el de la salud, el de las comunicaciones, etc.
Me atrevo a decir que esta España nuestra no sería la misma sin el trabajo diario de todo el colectivo ICAI, en esa labor callada, silenciosa y profesional de “levantar la persiana” todos los días, haciendo país y contribuyendo a la creación de empleo, riqueza y prosperidad. Y todo ello, con un sentido humanista y cristiano de la profesión, porque por algo el ICAI se llama como se llama, ‘Instituto Católico de Artes e Industrias’. Y eso, como dice alguna de las campañas que periódicamente lanza nuestra Universidad, marca, ¡claro que marca!. Porque no es casualidad que los ICAI seamos ingenieros que, desde la profesión, buscamos contribuir a construir un mundo más justo y sostenible, apostando por la Ingeniería desde los Valores: #IngenieríaConPropósito, como lo hemos dado en llamar. Y con un instrumento inmejorable para trabajar en esa línea, como es la Fundación Ingenieros del ICAI, a la que recientemente se le ha dado un gran impulso estratégico que empieza a dar sus frutos.
No es por casualidad tampoco que nos veamos, de acuerdo con una encuesta que lanzamos el pasado mes de marzo en el marco de la elaboración del Plan Estratégico, como un colectivo con un fuerte vínculo con la Escuela, comprometidos con nuestro trabajo, con una sólida ética profesional, y con un fuerte sentido de pertenencia. A esto, también le hemos asignado un hashtag, que refleja nuestro orgullo de pertenencia: #YoSoyICAI. Son innumerables las muestras de respeto y de admiración profesional que nos profesan nuestros compañeros ingenieros de otras ramas, en las distintas Organizaciones e Instituciones ingenieriles a las que el ICAI pertenece, por derecho propio desde hace muchos años.
Termino ya, y termino como empecé, dando las gracias. Gracias a todos vosotros, compañeros, por vuestro apoyo para esta etapa que hoy comienza. Van a faltar manos para todas las tareas que tenemos por delante. Gracias, en especial, a aquellos de entre vosotros que trabajáis desinteresadamente en los distintos órganos directivos de la Asociación y del Colegio, porque sin vuestro trabajo y contribución, nada de lo que hacemos se podría hacer. Gracias a todo el colectivo que forma nuestra Universidad y, sobre todo, nuestra Escuela, con su Director a la cabeza, porque con vosotros, queridos profesores, empieza todo, y sois vosotros lo que comenzáis, en primera línea, a modelar el espíritu ICAI.
Personalmente, quiero agradecer al “Viejo” profesor Angel Sarabia (valga el juego de palabras…), por haberme inculcado el gusanillo de la enseñanza, y haberme guiado en mis primeros pasos como profesor.
Gracias a todo el equipo de la Asociación y del Colegio, porque el día a día de nuestras Instituciones descansa en vosotros y, en esta nueva etapa, seréis más necesarios que nunca. Gracias, en especial, a nuestra nueva Secretaria General, Marta Reina, incansable trabajadora que transforma los problemas en soluciones, pule las aristas con soltura, imagina nuevas aventuras y acomete los retos con la naturalidad de quien se sabe más que capaz, y siempre, siempre, con una sonrisa por delante.
Y, por último, habiendo agradecido al comienzo de mis palabras a Román por su labor y entrega, no quiero dejar de dedicar unas líneas a nuestro querido Juan Zaforas, ya jubilado, pero con la friolera de 33 años de servicio ininterrumpido a nuestras instituciones a sus espaldas. Con él empezó “todo este lío” para mí, allá por 1999, durante la organización de nuestro VI Congreso, que fue cuando le conocí en la preparación de una ponencia para una de las mesas. No sé si todo el colectivo es plenamente consciente de la labor que ha hecho todos estos años, como Vicepresidente, Presidente y Secretario General, pero su huella, su legado, está ahí. Gracias, maestro.
Me despido ya, y solo me queda ponerme a vuestra disposición desde ahora mismo con el objetivo común de engrandecer y mejorar nuestro colectivo día a día, en el convencimiento de que, con la ayuda de todos, lo conseguiremos.
Un fuerte abrazo para todos y muchas gracias.
Jaime de Rábago. 15 de julio de 2020